Duodécimo y último trabajo de Hércules. Esta vez y para quitárselo definitivamente de encima le ordenó que le trajera al Can Cerbero que custodiaba las puertas del infierno.El Can Cerbero era un perro monstruoso de tres cabezas y cola de serpiente.Hércules lo venció con sus propias manos y se lo llevó vivo ante Euristeo.Cuando Euristeo lo vio llegar se metió corriendo en su tinaja y le dio la libertad a Hércules, el cual, volvió a poner al Can Cerbero en la puerta del infierno, el lugar que le correspondía.
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